Distancia: 3 km (ida y vuelta)
Tipo: Ida y vuelta por el mismo camino.
Dificultad: Baja. Tener en cuenta que presenta pendientes de 8%. En caso de sillas manuales se precisará apoyo.
Accesibilidad: Accesible para sillas manuales, eléctricas, Joëlette y barra direccional.
RECORRIDO
0.00: Desde la plaza de Abaltzisketa nos encaminamos rumbo a la entrada del pueblo.
0.02: Una vez aquà encontraremos la senda adaptada a nuestra derecha. Continuar por este camino durante 1,5 kilometros
0.20: Hemos llegado a nuestro destino, a Larraitz.
0.20: Hemos llegado a nuestro destino, a Larraitz.
CULTURA
Txindokiko Damea.
Txindoki o Larrunarri es una cumbre de 1346 metros situada en la cordillera de Aralar. A pesar de no ser la montaña más alta de Gipuzkoa, a raÃz de su extraña figura, muestra un encanto especial del que han surgido miles de leyendas.
Una antigua leyenda de Amezketa (Guipúzcoa) relata, que Mari se ausentaba siete años de su cueva del Txindoki, y un dÃa se vio como cruzaba el cielo un caballo y a continuación comenzaba un tremendo aguacero. Los lugareños se dieron cuenta al instante que habrÃa vuelto Mari. Su cueva Marizulo ‘sima de Mari’, en una ladera del monte Txindoki, estaba cubierta de oro, incluso los muebles. Después de estar lloviendo durante semanas, paró de llover y se fueron las nubes, pero quedó una nubecita cubriendo la cumbre del Txindoki. Entonces supieron que Mari habÃa encendido el horno.
Una buena mañana, una joven de Amezketa llamada Kattalin fue al monte con el rebaño de ovejas. Al final del dÃa recogió las ovejas, pero se percató de que faltaba una, y temiendo por lo que le podÃa hacer el dueño del rebaño fue a buscarla. A menudo le habÃan aconsejado que cuando Mari estaba en el Txindoki no se acercase por su morada, pero debÃa encontrar la oveja y subió por la ladera. Al rato, encontró a la oveja en la entrada de una cueva, y junto a ella una elegante y bella mujer. Era Mari. El genio le preguntó a la muchacha quién era y de qué familia. Kattalin le contó que no tenÃa familia y que las ovejas eran de un señor del pueblo. Entonces Mari le propuso que se quedase a vivir con ella, y si permanecÃa por siete años junto a ella para ayudarla, la harÃa rica.
Asà fue que Kattalin se quedó ayudando a Mari y ésta le enseñó a hilar, a hacer pan, las cualidades mágicas de las platas, el idioma de los animales, y otras muchas habilidades. Pero pasó rápido el tiempo y después de siete años, cuando llegó el dÃa, Mari le dijo asÃ:
-Kattalin, has cumplido tu palabra, me has ayudado honradamente y has sido obediente. Yo tengo que partir y como te prometà que te harÃa rica, toma!
Mari le regaló un gran trozo de carbón. La joven quedó decepcionada, pero no se atrevió a decir nada. Al salir de la cueva el carbón empezó a brillar y se convirtió en oro. Kattalin, radiante de felicidad, bajó al pueblo, compró casa y rebaño y pudo vivir feliz sin tener que estar bajo las órdenes de nadie.
Una buena mañana, una joven de Amezketa llamada Kattalin fue al monte con el rebaño de ovejas. Al final del dÃa recogió las ovejas, pero se percató de que faltaba una, y temiendo por lo que le podÃa hacer el dueño del rebaño fue a buscarla. A menudo le habÃan aconsejado que cuando Mari estaba en el Txindoki no se acercase por su morada, pero debÃa encontrar la oveja y subió por la ladera. Al rato, encontró a la oveja en la entrada de una cueva, y junto a ella una elegante y bella mujer. Era Mari. El genio le preguntó a la muchacha quién era y de qué familia. Kattalin le contó que no tenÃa familia y que las ovejas eran de un señor del pueblo. Entonces Mari le propuso que se quedase a vivir con ella, y si permanecÃa por siete años junto a ella para ayudarla, la harÃa rica.
Asà fue que Kattalin se quedó ayudando a Mari y ésta le enseñó a hilar, a hacer pan, las cualidades mágicas de las platas, el idioma de los animales, y otras muchas habilidades. Pero pasó rápido el tiempo y después de siete años, cuando llegó el dÃa, Mari le dijo asÃ:
-Kattalin, has cumplido tu palabra, me has ayudado honradamente y has sido obediente. Yo tengo que partir y como te prometà que te harÃa rica, toma!
Mari le regaló un gran trozo de carbón. La joven quedó decepcionada, pero no se atrevió a decir nada. Al salir de la cueva el carbón empezó a brillar y se convirtió en oro. Kattalin, radiante de felicidad, bajó al pueblo, compró casa y rebaño y pudo vivir feliz sin tener que estar bajo las órdenes de nadie.
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